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¿Difieren las enseñanzas de los profetas con respecto a la lucha armada?

Pregunta: 130293

Yo estoy interesado en el Islam y estoy aprendiendo sobre él, sin embargo hay algo que me confunde mucho. De acuerdo al Islam todos los profetas entregaron el mismo mensaje en distintos tiempos y lugares. Sin embargo, como es evidencia en muchas de las respuestas de su sitio web, la lucha armada es una parte constitutiva de la ley islámica. Quisiera saber por qué esto es así, siendo que Jesús es considerado por el Islam un profeta, y sin embargo sus prescripciones respecto de la lucha armada eran muy distintas. En uno de los versos (26:52) él les dijo a sus discípulos que se deshicieran de la espada, y que quien la usara moriría con ella. A mí me confunde el ver que estos dos profetas enseñaban puntos de vista tan disímiles sobre este asunto, cuando se supone que entregaron el mismo mensaje a la humanidad.

Alabado sea Dios, y paz y bendiciones sobre el Mensajero de Dios y su familia.

En primer lugar,
queremos reafirmar tal como has aprendido que el mensaje de todos los
profetas ha sido el mismo a lo largo de toda la historia de la humanidad con
respecto a la fe y a los objetivos de esa legislación para el ser humano. 

Con respecto a las
normas sobre asuntos menores, cada profeta trajo su legislación y cada
mensaje se entregó con sus propias normas jurídicas, que diferían de un
mensajero o profeta a otro, tal como Dios dijo (traducción del
significado): 

“A cada nación de
vosotros le hemos dado una legislación propia y una guía” (Al-Má’idah,
5:48). 

Se narró que Abu
Hurairah (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “El Mensajero de Dios
(que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “Yo soy el más
cercano entre la gente a Jesús, hijo de María, tanto en este mundo como en
el Más Allá. Los profetas somos como medio hermanos, nuestras madres son
diferentes pero nuestra religión es una sola”. Narrado por Muslim en su obra
Sahih, No. 3443. 

Al-Háfiz Ibn Háyar (que
Allah tenga misericordia de él) dijo: “Lo que este reporte significa es que
la base de la religión que trajeron los profetas y mensajeros es la misma,
es decir la unidad absoluta de Dios, aun cuando los detalles menores de su
legislación puedan diferir”. Fin de la cita de Fáth al-Bari, 6/489. 

Por eso, no es
sorprendente descubrir que muchos de los detalles menores sobre los actos de
culto y asuntos prácticos en el Islam no tienen paralelo en ninguna otra
religión. Hay algunos actos de culto que fueron prescriptos para los
seguidores de los primeros profetas y que fueron abrogados en el caso del
Islam, y así se comprueba que Dios prescribió una ley y un sendero claro
para cada una de las naciones. Aun cuando hay un terreno común para estas
leyes, las diferencias entre ellas pueden ser grandes. 

De hecho, las normas
prácticas varían de acuerdo a las distintas etapas de la revelación de la
ley islámica. La lucha armada solo está permitida como legítima defensa, y
esto no fue prescripto en el Islam durante toda la etapa de la misión que el
Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) llevó a
cabo en La Meca, sino que fue prescripto después de que el Profeta emigrara
a la ciudad de Medina, como vemos en el verso en el cual Dios dijo
(traducción del significado): 

“Se les permitió
combatir [a los creyentes] porque fueron oprimidos, y en verdad, Allah tiene
poder para socorrerles. Ellos fueron expulsados injustamente de sus hogares
sólo por haber dicho: ‘Nuestro Señor es Dios’. Si Él no hubiera hecho que
los creyentes vencieran a los incrédulos, se habrían destruido monasterios,
iglesias, sinagogas y mezquitas en donde se recuerda frecuentemente el
nombre de Dios. Ciertamente Dios socorre a quien se esfuerza denodadamente
por Su religión, y Dios es Fuerte, Poderoso” (Al-Hách, 22:39-40). 

Por lo tanto, no debería
sorprendernos tampoco que las normas con respecto a la defensa armada varíen
entre una religión y otra. 

Sin embargo, una
diferencia en las legislaciones no significa que haya diferencia entre los
mensajeros y profetas. Más bien, todos ellos entregaron su mensaje
proviniendo de la misma fuente, que es la revelación de Dios, glorificado y
exaltado sea. Por lo tanto, las creencias que enseñaron son exactamente las
mismas, no cambian. Con respecto a las leyes que regulaban la vida de los
creyentes, sus actos de culto y su interacción con otras naciones, se
presentaron variaciones de acuerdo a las circunstancias de cada época y
nación. 

El derecho a la defensa
armada es uno de estos asuntos legales, y no tiene nada que ver con las
creencias islámicas acerca de lo oculto, el Más Allá, el Día del Juicio, el
Paraíso o el Infierno. La lucha armada es algo que llevan a cabo las
naciones y estados soberanos por propósitos distintos, que pueden ser
nobles, como la defensa del territorio nacional, de los débiles y de los
oprimidos, o por motivos mundanos y espurios, como la conquista y la
piratería. 

Por consiguiente, no es
sorprendente que exista una diferencia en la forma en que la ley del Mesías,
la ley de Moisés, o la ley de Muhámmed (que la paz y las bendiciones de
Allah sean con ellos), abordan la temática de la lucha armada. 

Nosotros aceptamos que
en la ley del Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean
con él) los puntos de vista sobre la lucha armada varíen entre los eruditos
y de acuerdo a las circunstancias. En algunas circunstancias está permitida,
y en otras no está permitida. Pero ninguno de los eruditos ni sabios del
Islam consideró que había alguna confusión o contradicción con respecto a la
fuente de la Revelación que le fue enviada al Profeta Muhámmad (que la paz y
las bendiciones de Allah sean con él). ¿Por qué pensaríamos que las
diferencias entre las legislaciones que les fueron enviadas a los profetas
constituyen una contradicción o indican que el fondo de su mensaje no era el
mismo? 

En segundo lugar, la
Torá claramente afirma que a Moisés se le ordenó luchar, y que esto era
parte del cumplimiento de una promesa mencionada en la Torá. La Torá habla
abundantemente acerca de las batallas de los israelitas, como la batalla
contra los midianitas: 

“Los israelitas tomaron
cautivas a las mujeres y a los niños de los midianitas, y también
confiscaron sus ganados y bienes. Quemaron todos los pueblos que los
midianitas habían construido, y también sus campos. Los despojos, como
también los cautivos y los animales fueron llevados a Moisés y a Eleazar, el
sacerdote” (Números, 31:9-12; 17:25. NIV, Nueva Versión Internacional). 

Los judíos afirmaron que
Dios estaba con ellos y que Él cumpliría su promesa a ellos (Deuteronomio,
6:10-12; 20:4). 

Por ello, solían
consultar a Dios antes de cada batalla a través de sus sacerdotes (Jueces,
20:26-28; I Samuel, 23:2). 

Las batallas atribuidas
a Moisés tenían el objetivo de servir como castigo divino contra esos
pueblos y conquistar sus tierras (Deuteronomio, 20:14; 21:10-14). 

Los judíos conocían la
lucha armada por mandato divino desde tiempos antiguos, y estaban
acostumbrados a derribar ídolos y a combatir a los idólatras, tanto a
individuos como a naciones. Esto quedó claro en la guerra con los
amalequitas en los tiempos de Moisés (Éxodo, 17:14-16), y se repitió en el
tiempo de Saúl y de David (I Samuel, 14:48; 15:17-18; 30:17; II Samuel,
8:12). 

Esto fue mencionado y
resaltado por el shéij Bakr Zaki en su libro Al-Qital Mashru’íyatan wa
Addaban fi al-Islam wa al-Yahudíyah wa an-Nasraníyah (La prescripción de
luchar en el Islam, el Judaísmo y el Cristianismo), pág. 269-270. 

Bajo el título “¿Está
prescripta la lucha armada en el cristianismo o no?”, el autor dice:

“La autodefensa por
todos los medios posibles es algo natural en todas las criaturas, con
excepción de aquellos seres humanos que no tienen respeto por ellos mismos.
La defensa propia abarca la defensa de nuestra fe, de la dignidad, de la
familia y de la propiedad privada; todos estos son instintos naturales que
llevarán a cualquier criatura a usar cualquier medio posible para
defenderlos. La defensa puede hacer que la gente se una con este propósito,
si la amenaza es contra toda una comunidad o país, o si es contra un
individuo de esa comunidad, cuando los medios están disponibles. Estos
medios incluyen los siguientes: 

– Fortalecer la moral de
los combatientes; este es el factor fundamental en una batalla.

– La fuerza física, que
permite el uso de diferentes armas y equipamientos para una batalla.

– Disponibilidad de una
zona para formar una base de operaciones militares.

– La habilidad de poner
en práctica tácticas y estrategias, que no son menos importantes que otros
medios mencionados arriba. 

Si buscamos estos
elementos en los Evangelios, encontramos lo siguiente:… (Aquí el autor
explica extensamente que ninguno de estos elementos que permiten la defensa
estuvieron al alcance del Mesías Jesús (la paz sea con él). Luego él dijo: 

“Los factores
mencionados arriba no estaban disponibles para cumplir con la prescripción
de la defensa y el cumplimiento de tal prescripción habría estado más allá
de las posibilidades reales de los creyentes en aquella época, y las leyes
divinas fueron reveladas para facilitar la vida a los creyentes, no para
proponer cosas imposibles. Sin embargo, hay dos puntos de vista entre los
eruditos cristianos respecto de la lucha armada, que son los siguientes: 

1) Un punto de vista es
que la lucha armada no está prescripta en su religión. Estos eruditos
citaron el siguiente texto como evidencia: 

“Has oído lo que se ha
dicho “Ojo por ojo, diente por diente”, pero yo les digo que no se resistan
a una persona malvada. Si alguien te golpea en la mejilla derecha, ofrécele
la otra mejilla. Y si alguien te asalta y te roba la camisa, ofrécele
también el manto. Y si alguien te fuerza a caminar una milla, entonces
camina dos millas”. (Mateo, 5:38-41; NIV, Nueva Versión Internacional). 

Puedes encontrar una
discusión detallada sobre este pasaje en el libro Al-Masihíyah wa
al-Mujtama’ fi Daw’ Ta’alim al-‘Ahd al-Yadid (La cristiandad y su sociedad a
la luz de las enseñanzas del Nuevo Testamento), pág. 23-26; y también
Al-Kanz al-Yalil fi Tafsir al-Inyil (Un tesoro del comentario sobre el
Evangelio), 1/74-76. 

“Bienaventurados sean
los mansos de corazón, porque ellos heredarán la Tierra. Bienaventurados
sean los que hagan la paz, porque ellos serán llamados los hijos de Dios.
Bienaventurados aquellos que son perseguidos a causa de su honradez, porque
suyo es el reino de los cielos. Bienaventurados sean cuando la gente los
insulte, los persiga y los acuse de toda clase de falsedades a causa de mí”.
Mateo, 5:5-12 (NIV, Nueva Versión Internacional). 

De acuerdo a una
narración del Evangelio, el Mesías Jesús reprochó a uno de sus discípulos
por usar la espada cuando él fue apresado para ser crucificado, y le ordenó
envainarla: 

“Con esto, uno de los
compañeros de Jesús se hizo con su espada, la desenvainó y abatió al
sirviente del gran sacerdote, cortándole una oreja. Jesús le dijo: “Pon tu
espada en su lugar, porque el que mata por la espada morirá por la espada.
¿Piensas acaso que no puedo invocar a Dios, y que Él no pondría a mi
disposición más de 11 legiones de ángeles?”. Mateo, 26:51-54 (NIV, Nueva
Versión Internacional). 

2) El otro punto de
vista es que la lucha armada está prescripta en los Evangelios. Los eruditos
que afirman esto citaron el siguiente texto como evidencia: 

“No crean que he venido
a traer paz a la Tierra, sino espada. Porque yo volveré a un hombre contra
su padre, a la hija contra su madre, a la hijastra contra la madrastra, y
los enemigos de una persona serán los miembros de su propia familia.
Cualquiera que ame a su padre o a su madre más que a mí no me merece, y
quien ame a su hijo o a su hija más que a mí no me merece”. Mateo, 10:34-38
(NIV, Nueva Versión Internacional). 

En Lucas dice:

“Pero aquellos de mis
enemigos que no quieren que reine sobre ellos, tráelos aquí y mátalos ante
mí”. Lucas, 19:27 (NIV, Nueva Versión Internacional). 

“Yo he venido a traer
fuego a la Tierra y cómo quisiera que la Tierra se encendiera. Pero tengo un
bautismo que emprender y estoy obligado a completarlo. ¿Acaso piensan que he
venido a traer paz a la Tierra? No, sino que les digo, he venido a traer
división”. Lucas, 12:49-50 (NIV, Nueva Versión Internacional). 

En la Biblia, el fuego
se refiere a la guerra y la resistencia, Isaías, 43:2; I Pedro, 1:7). 

Hay varias referencias a
la guerra (Mateo, 24:19), y la guerra también está mencionada en términos
generales (Mateo, 24:6; Marcos, 13:7).

Puesto que el Mesías
Jesús no luchó, no podemos saber cuál era su código de conducta o cuál
podría haber sido en el caso de que lo hubiera hecho. 

Quien sostiene la
primera opinión interpretaron los textos de arriba diciendo que la espada en
estos textos es la espada de la verdad, que prevalecería frente a la
falsedad (Al-Kanz al-Jalil, 2/265)”. Fin de la cita de Al-Qital Mashru’íyah
wa Adábuhu fi al-Islam, Al-Yahudíyah wa an-Nasraníyah, pág. 283-292. 

En resumen, es correcto
afirmar que el mensaje de todos los profetas era el mismo, porque ellos
trajeron el mismo sistema de creencias y tenían los mismos objetivos para la
humanidad. Pero con respecto a las leyes y las normas jurídicas sobre
detalles menores, no son iguales sino que hay una variación entre ellas.
Esto, siempre y cuando asumamos que la lucha no fue prescripta por Jesús
(que la paz y las bendiciones de Allah sean con él). Sin embargo, hay textos
disponibles en los Evangelios e impreso en todas las ediciones actualmente
que claramente mencionan el derecho a la defensa y el uso de la espada. 

Y Allah sabe más.

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