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811505/05/2001

El significado del reporte “No hay lechuza, no hay Sáfar, no hay estrella del Oeste ni necrófago”

Pregunta: 13930

He leído un extraño reporte que afirma: “No hay lechuza, no hay Sáfar, no hay estrella del Oeste ni necrófago”. ¿Qué significa?

Alabado sea Dios, y paz y bendiciones sobre el Mensajero de Dios y su familia.

Ibn Muflih al-Hánbali dijo:

“En las colecciones de reportes al-Musnad,
Sahih al-Bujari y Sahih Muslim, y en otras, se ha narrado que el Profeta
Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “No hay
lechuza, no hay Sáfar”. En la versión de Muslim y en otras figuran también
las palabras: “…no hay estrella del Oeste ni necrófago”. 

La palabra para referirse a la lechuza o búho
que es usada en ese reporte es ‘hámah’, y significa lo siguiente: 

En los tiempos de la ignorancia preislámica,
los árabes solían creer que cuando alguien moría y era encerrado, una
lechuza (hámah) salía de su tumba. Ellos creían que los huesos del fallecido
se convertían en una lechuza que salía volando, y decían que si alguien era
asesinado injustamente, la lechuza se posaría en la cabecera de su tumba y
diría “¡Dame de beber, dame de beber!”, hasta que la persona asesinada fuera
vengada y su asesino fuera abatido. 

En el caso de Sáfar, los árabes paganos
tenían diversas supersticiones acerca de este mes del calendario lunar. En
particular, lo que quiso negar el Profeta Muhámmad (que la paz y las
bendiciones de Allah sean con él) cuando dijo “no hay Sáfar”, era la
creencia de que había gente que tenía una serpiente en el estómago que le
haría daño si mantenía relaciones durante el mes de Sáfar, y que esto era
contagioso. Pero Dios negó esto. 

Málik dijo: “La gente de la época de la
ignorancia preislámica también consideraba que el mes de Sáfar era sagrado
durante un año, y al siguiente no”. 

Con respecto a la estrella, la palabra usada
en el reporte es ‘naw’’, y se refiere a una estrella que se pone en el
horizonte cuando sale otra. Esta creencia tenía que ver con las fases de la
luna, como en el verso (traducción del significado): 

“Y a la luna le decretamos sus fases,
hasta que [va menguando y] parece una rama seca de palmera [luego entra en
creciente otra vez]” (Iá-Sin, 36:39). 

Cada trece noches, una de estas se pone en el
Oeste durante la aurora, y otra se eleva por el Este, de tal manera que al
final del año habrán salido y se habrán escondido varias veces. 

Los árabes solían creer que cuando una se
ponía y salía la siguiente, entonces llovería, y en consecuencia ellos
atribuían la lluvia a las estrellas y decían cosas como “Tendremos lluvia
porque tal y tal estrella”. 

Se ha dicho que la palabra árabe naw’
significa ‘ponerse’, y que los árabes la llamaban así porque cuando esta
estrella se ponía en el Oeste, otra aparecía en el Este (ná’a). 

Pero en el caso de aquellos que creían que la
lluvia descendía por la voluntad de Dios, y decían “Tenemos lluvia en el
tiempo de tal y tal estrella”, queriendo decir que Dios usualmente hacía que
lloviera durante este tiempo, hay un desacuerdo entre los eruditos sobre si
decir esto está prohibido o es desaconsejable. 

Con respecto al necrófago, que es como hemos
traducido aquí la palabra árabe ‘ghul’, era una clase de demonio o genio.
Los árabes de aquella época solían creer que era una criatura siniestra que
vivía en la naturaleza y el desierto, y que se le aparecía a la gente
adoptando diversas formas y colores para hacerles perder su camino y luego
asesinarlos. Dios nuevamente rechazó esta creencia en el Sagrado Corán y en
las palabras de Su Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con
él). 

Algunos argumentaron que lo que el reporte
niega es que estas criaturas pudieran cambiar de color y forma y que
pudieran perder a la gente, y tomaron como evidencia un reporte que
afirmaría “No hay necrófago pero sí hay sa’áli”. Este reporte está en Sahih
Muslim y en otras obras. El sa’áli era un genio mago que basaba su magia en
la ilusión y en confundir a la gente. Al-Jallál narró de Tawus que un hombre
lo acompañó, y luego un cuervo graznó y él dijo: “Bien, bien”. Tawus le
dijo: “¿Qué bien puede haber en ello, o qué mal? No te me acerques…”. Fin de
la cita de Al-‘Adab ash-Shar’íyah, 3/369-370. 

Ibn al-Qayím dijo:

“Algunos eruditos afirmaron que las palabras
“Ninguna persona saludable debe ser expuesta a una persona enferma” fueron
abrogadas por las palabras “No hay contagio (‘adwa)”. Esto no es correcto.
Esto es un ejemplo de cuando lo negado es diferente de lo que se afirmaba.
Lo que el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con
él) estaba negando cuando dijo “No hay Sáfar, no hay contagio”, fue la
creencia particular que los idólatras tenían acerca del contagio, que era
una superstición. En cambio, con respecto a la prohibición del Profeta
Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) de exponer a
una persona sana a otra persona enferma, hay dos interpretaciones: 

1 – El temor de que la gente atribuya lo que
Dios había decretado a una persona, a la noción de contagio que tenían los
idólatras. En cuyo caso, no hay contradicción entre los dos reportes.

2 – Que exponer a una persona sana frente a
una enferma era la forma en que Dios hacía que se esparciera una enfermedad,
y que en consecuencia la exposición sería la causa, pero que Dios podía
evitar los efectos de este contagio real si se le oponían otras causas que
evitaban los efectos de la enfermedad. Esto surge de la creencia en la
unidad absoluta de Dios, mientras que la noción de contagio que tenían los
idólatras, sea que hubiera sido originada por causas reales o no, era una
mera superstición. 

El caso es similar a cuando Dios negó la
intercesión en el Día de la Resurrección, en el verso (traducción del
significado) 

“¡Oh, creyentes! Dad en caridad parte de
lo que os hemos agraciado antes de que llegue el día en el cual no se
aceptará rescate, no valdrá de nada la amistad ni servirá ninguna
intercesión…” (Al-Báqarah, 2:254). 

Esto no contradice los reportes auténticos y
ubicuos que afirman que habrá intercesión en el Día de la Resurrección,
porque lo que Dios negó en este verso es el tipo de intercesión que era
conocido entre los idólatras y asociadores, en que el intercesor estaba
intrínsecamente asociado a la divinidad. En cambio la intercesión que
afirmaron Dios y Su Mensajero es aquella en que el intercesor se dirige a
Dios en un plano de igualdad con todos los demás seres humanos, y a quien
Dios le ha concedido el derecho de interceder, como en el verso (traducción
del significado): 

“¿Quién podrá interceder ante Él sino con
Su anuencia? Conoce el pasado y el futuro; y nadie abarca de Su conocimiento
salvo lo que Él quiere. Su Trono se extiende en los cielos y en la Tierra, y
la custodia de ambos no Le agobia. Y Él es Sublime, Grandioso”
(Al-Báqarah, 2:255). 

“Él conoce tanto lo que hicieron como lo
que harán, y sólo podrán interceder por quienes Allah quiera. Ellos Le temen
por Su majestuosidad” (Al-Anbiá’, 21:28). 

“No se aceptará ninguna intercesión [de
los ídolos como suponían los incrédulos], y sólo podrán hacerlo aquellos que
quienes Él se lo permita, hasta que, cuando el terror se aleje de sus
corazones [el Día del Juicio, los Ángeles] les dirán: ¿Qué dijo vuestro
Señor? Dirán: La Verdad. Y Él es Sublime, Grande” (Al-Anbiá’, 34:23). 

Háshiat Tahdíb Sunan Abi Dawud, 10/289-291. 

Y Allah es la Fuente de toda fuerza.

Origen

Sheij Muhammed Salih Al-Munajjid

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