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Su marido la trata con dulzura pero no le concede su derecho a la intimidad juntos; ¿qué debe hacer?

pregunta: 174648

Yo he estado casada durante cuatro años y tengo dos hijos. Tengo un bonito matrimonio, sin peleas, y el Islam está primero en él. Pero yo siento que todo esfuerzo tengo que hacerlo yo, yo me ocupo de mis hijos sola. También de mi Islam, porque mi marido está siempre trabajando, que Dios lo bendiga por cuidarnos.
Pero desde hace 3 años, él no quiere tener intimidad conmigo, sólo la hemos tenido dos veces, y entonces yo quedé embarazada. A causa de mis dos embarazos, yo subí de peso y según él esa es la razón por la cual él me ha dicho que me engañó con otra mujer. Yo lo perdoné, y hemos tenido un matrimonio mucho mejor, pero sin intimidad, y yo siempre tengo que ayudarlo haciéndole sexo oral pero yo también necesito realmente mantener relaciones. Yo ya he perdido mucho peso, y estoy siempre tratando de embellecerme para él. Yo sé que soy bella, hago todo por Dios, por él y por mis hijos, y él me dice que no hay mejor esposa ni más bella que yo, pero no me toca, y lo he intentado todo. Él dice que no es culpa mía, sino que está cansado por el trabajo. Mis sentimientos comenzaron a ser menos intensos, él tenía la barba larga y ahora la tiene tan corta, y yo siempre hablo con él acerca del Islam, y él dice que está tan orgulloso de mí. Pero él me ha herido muchas veces durante nuestro tiempo de casados, nosotros no pasamos mucho tiempo juntos y eso me está matando. Es una larga historia, Dios lo sabe.
Yo quisiera tener amor e intimidad, quisiera sentirme bella y amada… él es un buen hombre, porque es dulce y tranquilo y me da todo lo que yo necesito, pero lo más importante no lo tengo con él. ¿Qué debo hacer? ¿Tiene usted algún consejo para él? Si tengo que darle a usted más información lo haré.

Texto de la respuesta

Alabado sea Dios, y paz y bendiciones sobre el Mensajero de Dios y su familia.

En primer lugar no hay duda de que lo que tú mencionas es una situación difícil para una joven mujer. Una mujer puede ser capaz de mantenerse sola y satisfacer sus necesidades de alojamiento, vestimenta y otras necesidades físicas. Puede ser capaz de hacer todo eso gastando de su propia riqueza o de la de su familia… pero es muy difícil mantener su castidad y satisfacer su deseo y sus necesidades de contacto físico si no es con su marido, o por medio de cosas que Dios ha prohibido, Dios no permita que sea probada en esa forma.

El Shéij al-Islam Ibn Taimíyah (que Allah tenga misericordia de él) fue consultado acerca de un hombre que se mantenía apartado de su esposa durante uno o dos meses sin mantener relaciones con ella; ¿está cometiendo algún pecado? ¿Se puede reclamar al marido que cumpla con eso? 

Él respondió:

“El marido está obligado a mantener relaciones íntimas con su esposa en una forma razonable, porque este es uno de los derechos más importantes que ella tiene sobre él; es más importante aún que darle de comer. Se ha dicho que lo que es obligatorio con respecto a las relaciones sexuales es al menos una vez cada cuatro meses, y también se ha dicho que debe ser de acuerdo a la necesidad y capacidad de ellos para esto, de la misma forma que él debe mantenerla y proveerla de acuerdo a su capacidad. Y este último es el punto de vista correcto”. Maymu' al-Fatáwa, 32/271. 

Muslim narró en su Sahih (1006) de Abu Dárr que el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “… vuestra intimidad con la esposa es caridad”. Ellos preguntaron: “Oh, Mensajero de Dios, si uno satisface su deseo con ella, ¿será recompensado por ello?”. Él respondió: “¿Acaso no será castigado el que satisfaga su deseo de forma ilícita? De la misma forma, quien satisfaga su deseo sexual de forma sana y lícita, será recompensado por ello”. 

En este caso, lo que el marido sabio debería hacer es satisfacer a su esposa y darle prioridad sobre otras cosas, para ayudarla a mantenerse casta, para no avergonzarla, satisfaciendo su necesidad tanto como le sea posible, aún si esa necesidad no es urgente y aún si él debe hacerlo solamente con ese propósito, sin buscar su propia satisfacción sino la de ella. En la relación marital hay una recompensa para ambos, si Dios quiere, y un medio para lograr el bienestar mundano y espiritual. 

En segundo lugar, no hay duda de que lo que has mencionado sobre la situación de tu esposo, de que ha pasado tanto tiempo sin satisfacer tu necesidad de él y sin cumplir este deber hacia ti, es algo extraño y que debe ser corregido. Si el asunto es tal como lo planteas, y tú no has incumplido tus deberes hacia él y has hecho lo mejor posible para mantenerte atractiva y en forma para él, haciéndote amar por él y mostrándote dispuesta a satisfacer tú también sus necesidades, entonces nosotros pensamos que ambos deben buscar una de dos soluciones: 

1 – Asegurarse de que no hay un problema médico que esté privando a tu esposo de su natural deseo sexual, ya sea un problema psicológico como sucede a menudo, o un problema fisiológico. Nosotros creemos que éste probablemente no sea el caso, a causa de lo que tú has mencionado que tu marido te pide hacer, aún si esto no es frecuente, y aún si él está cayendo en algo prohibido a pesar de que está casado. 

2 – Asegurarse de que él tenga cerrados todos los caminos a satisfacer su deseo sexual excepto con su esposa. Si tu marido está satisfaciendo su deseo de formas prohibidas, por ejemplo, mediante la pornografía y la masturbación o manteniendo relaciones inmorales con otra mujer; o de formas lícitas, como satisfaciendo su deseo con su esposa pero sin llegar a la penetración, sería natural pensar que su deseo por mantener relaciones naturales con su esposa se haya debilitado. Si él se acostumbró a satisfacerse de estas formas, quizás eso significa que es capaz de satisfacerse sin su esposa en absoluto, no importa cuán bella sea ella ni lo que haga por él. 

En ese caso, les aconsejamos abandonar cualquier medio que pueda conducir a eso. Lo que mencionas acerca del sexo oral es probablemente una de las causas, y no una solución. Por lo tanto, intenten satisfacerse mutuamente de todas las formas saludables y permisibles posibles y traten de ser atractivos el uno para el otro, y asegúrense de buscar la satisfacción en formas que el disfrute sea mutuo y compartido, respetando los derechos de ambas partes y cumpliendo ambos con los deberes que Dios les ha encomendado el uno al otro. 

Esto también implica asegurarse de que tu marido no repita este acto infame y prohibido que admitió haber cometido, y del cual se ha arrepentido. Intenta mantenerlo apartado de eso tanto como sea posible, aún si es cambiando el entorno y el lugar donde viven y trabajan, si eres capaz de tener alguna influencia sobre ello. 

Si tú haces estos esfuerzos pero tu marido no cambia de actitud y continúa fallando en satisfacer tus necesidades y en ayudarte a mantener tu castidad de la forma que Dios nos ha permitido, no hay duda de que este sufrimiento es algo para cuya prevención hay normas concretas en la ley islámica. En ese caso, puedes pedir el divorcio a tu marido, especialmente si temes caer tú también en algo prohibido o si simplemente ya no quieres lidiar más con esa situación penosa. Quizás si él ve tu determinación y que el asunto va en serio, corrija sus modales, y si él continúa adelante con su actitud y se divorcian, quizás Dios te lo compense con un hombre mejor que él que te permita satisfacer tus necesidades y mantener tu castidad matrimonial. Dios, glorificado y exaltado sea, dijo (traducción del significado): 

“Pero si se divorcian, Allah hará que cada uno pueda prescindir del otro por Su gracia. Allah es Vasto, Sabio” (An-Nisá', 4:130). 

Pero como tú sabes, este es el último recurso. 

El Shéij al-Islam Ibn Taimíyah (que Allah tenga misericordia de él) dijo: 

“Perjudicar a la esposa no concediéndole su derecho a la intimidad sexual es una causa de anulación del matrimonio en todos los casos, ya sea que el marido lo haya hecho intencionalmente o no, ya sea que fuera capaz de cumplir o no; es tan importante como la manutención, o más todavía”. Fin de la cita de Al-Fatáwa al-Kubra, 5/481-482. 

Le pedimos a Dios que corrija los asuntos entre tu marido y tú, y que reconcilie sus corazones.

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