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4,50925/08/2013

¿Cuán auténtico es el reporte que dice: “Escoge para tus hijas lo que escogiste para tus hijos”?

pregunta: 93112

He oído a uno de los imames en la mezquita decir: “El Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “Escoge para tus hijas lo que has escogido para tus hijos”. Yo he buscado en todas las referencias y no pude encontrar ningún reporte que contenga este relato tal como el imam dijo. Pienso que puede haber sido un reporte proveniente no del Profeta Muhámmad sino de alguno de sus compañeros. Por favor, aclárenos este asunto. Que Dios se lo recompense con el bien.

Texto de la respuesta

Alabado sea Dios, y paz y bendiciones sobre el Mensajero de Dios y su familia.

Las hijas son un honor y una confianza que le ha sido concedida al padre. Indudablemente, ayudarla a escoger un marido honrado y de buen carácter es una de las más grades formas en la cual el padre las protege, porque el matrimonio es uno de los eventos de mayor importancia en la vida de una persona, tanto en el aspecto mundano como en el espiritual, que tiene el objetivo de llenar su vida de sosiego y felicidad, por lo tanto es importante al formar una familia escoger a la persona correcta. 

El padre sabio es aquél que se esfuerza en lograr estos nobles objetivos con sus hijas, y que no se siente en paz hasta que se asegura de que el hombre bajo cuya responsabilidad estará su hija, cuidará con la misma honestidad y desinterés de su bienestar. 

En el Sagrado Corán y en los reportes de la Tradición Profética hay nobles ejemplos de hombres que han llevado a cabo estos cuidados con honradez y desprendimiento, sin otra intención que la de complacer a Dios, y esto fue una fuente de felicidad para ellos también. 

Dios nos ha relatado la historia de Moisés (la paz sea con él), cuando él llegó a la fuente de Madián, y acarreó agua para ayudar a dos mujeres. Cuando el padre de ellas se dio cuenta que Moisés era un hombre honrado, le ofreció casarse con alguna de sus hijas. Dios dijo (traducción del significado): 

“Dijo [el padre de las dos mujeres a Moisés]: Quisiera casarte con una de mis dos hijas a condición de que trabajes con nosotros durante ocho años, y si deseas quedarte diez será algo que tú hagas voluntariamente. Ésta no será una tarea difícil ni pesada; me encontrarás, si Allah quiere, entre los justos” (Al-Qásas, 28:27). 

En la Tradición Profética tenemos otro ejemplo que fue narrado por el imam Al-Bujari. Él compiló un reporte (5122) en un capítulo titulado “Un hombre ofrece a sus hijas o hermanas que se casen con un buen hombre”. Y An-Nasá’i lo narró (3248) en un capítulo titulado “Un hombre ofrece a su hija casarse con quien él está complacido”. 

Se narró de Ibn ‘Umar que ‘Umar dijo (que Dios esté complacido con ambos): “El esposo de Hafsah, Junáis Ibn Hudáfah, fue uno de los compañeros del Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él), y estuvo presente en la batalla de Bádr, falleciendo posteriormente en Medina. Yo conocí a ‘Uzmán Ibn ‘Affán y le ofrecí que se case con Hafsah. Le dije: “Si lo deseas, yo arreglaré para que te cases con Hafsah Bint ‘Umar”. Él respondió: “Pensaré en ello”. Pasaron varias noches, hasta que él me dijo: “Creo que no quiero casarme todavía”. ‘Umar dijo: “Luego conocí a Abu Bákr y le dije: “Si deseas, yo arreglaré para que te cases con Hafsah Bint ‘Umar”. Abu Bákr se mantuvo en silencio y no dijo nada. Yo estaba más perturbado por él que con ‘Uzmán. Varias noches pasaron, y entonces el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) le propuso matrimonio, y entonces se acordó que se casara con él. Luego Abu Bákr se encontró conmigo y me dijo: “Quizás te sentiste perturbado cuando me ofreciste casarme con Hafsah y yo no te respondí”. Le dije: “Sí”. Me dijo: “Nada me impedía responderte excepto el hecho de que yo sabía que el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) la había mencionado, y yo no quería delatar su secreto. Si él hubiera decidido no casarse con ella, yo habría aceptado la oferta”. 

Al-Háfiz Ibn Háyar dijo, enumerando las lecciones que podemos aprender de este reporte, en su obra Fáth Al-Bári (9/222):

“De esto aprendemos que un hombre puede gestionar las propuestas matrimoniales a nombre de un pariente femenino de su familia que esté bajo su tutela legal, proponiéndole a ella candidatos que él considere honrados y apropiados, porque este cuidado beneficiará a la mujer, y no hay vergüenza en ello”. Fin de la cita. 

Hay muchos ejemplos en la historia, y entre los mejores de ellos está el mencionado por Ad-Dahábi en Siyár A’lam an-Nubalá’ (4/23), sobre Sa’íd Ibn al-Musáiyab cuando ofreció en matrimonio a su hija a su estudiante Kazír Ibn al-Muttálib, en el cual él dijo: “Yo solía sentarme con Sa’íd Ibn al-Musáiyab, y luego estuve ausente por unos pocos días. Cuando volví, él me preguntó: “¿Dónde estuviste?”. Yo le dije: “Mi esposa falleció y estuve ocupado (con los arreglos del funeral)”. Me dijo: “¿Por qué no nos avisaste para que pudiéramos ir? (al funeral). Luego de unos momentos de silencio, me dijo: “¿Has encontrado ya con quién casarte?”. Le respondí: “Que Dios tenga misericordia de ti, ¿quieres casarme cuando no tengo más que dos o tres dirhams?”. Dijo: “Sí; puedes casarte con mi hija”. Le pregunté: “¿Harías eso?”. Me respondió: “Sí”. Luego alabó a Dios y bendijo al Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él), y me casé con su hija acordando la dote en dos dirhams, y no sabía qué hacer de tan feliz que me sentía. Luego volví a casa y comencé a pensar dónde podía conseguir dinero prestado. 

Recé la oración del Mágrib, volví a casa, y estaba ayunando. Me preparé la cena y rompí mi ayuno con pan y aceite de oliva. Luego alguien golpeó la puerta y pregunté: “¿Quién es?”. Respondió: “Sa’íd”. Yo pensé en cualquier persona cuyo nombre fuera Sa’íd excepto el hijo de Musáiyab, porque en cuarenta años él no había ido a ninguna parte excepto a su casa y a la mezquita. Salí y vi que era Sa’íd, y lo primero que pensé fue que él o su hija se habían arrepentido. Le dije: “Oh, Abu Muhámmad, ¿por qué no enviaste a buscarme para que yo fuera a verte?”. Me respondió: “No, tú tienes más derecho a que yo venga a verte, porque estabas soltero y ahora te has casado, y no quería que pasaras la noche solo. Vine a acompañar a tu esposa”. Y ella estaba de pie detrás de él y era tan alta como él. Luego él la tomó de la mano y la acompañó hasta el umbral de la puerta, y cerró la puerta. La mujer se cayó al piso, casi desmayada de vergüenza. Le llegaron noticias de esto a mi madre, y entonces ella vino y me dijo: “No te volveré a hablar si la tocas hasta que yo la prepare dentro de tres días”. Entonces esperé tres días, y luego consumamos el matrimonio. Ella era una de las personas más bellas que he conocido, había memorizado El Corán y era muy conocedora de la Tradición Profética”. Fin de la cita. 

En el pasado, los hogares musulmanes se llenaban de felicidad, de conocimiento y de compromiso religioso en esta forma, y la vergüenza nunca impedía a los hombres honrados gestionar los intereses de sus hijas o hermanas. Sus actitudes eran la humildad, la generosidad y la sinceridad. 

Quizás los ejemplos mencionados arriba sirvan como lección para los musulmanes modernos, y para que así sea buscamos la ayuda de Dios. 

En segundo lugar, sobre el reporte citado por este predicador en el cual dice: “Escoge para tus hijas lo que escoges para tus hijos”, este no es un reporte proveniente del Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él), y no hemos encontrado nada semejante narrado de sus compañeros ni de las primeras generaciones. Más bien, se trata de un proverbio o refrán que la gente suele repetir como una máxima de sabiduría. Pero aún cuando encierre cierta sabiduría, atribuírselo al Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) afirmando que él ha dicho esto es un grave y serio error, y es sobrepasar los límites de la veracidad y el respeto, pues implicaría decir una mentira acerca del Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él), y él le ha advertido a quien haga eso: “Quien mienta sobre mí a sabiendas, ha tomado su lugar en el Infierno”. Narrado por Al-Bujari, 110; y por Muslim, 3. 

Y Allah sabe más.

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