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¿Son perdonadas las palabras que un musulmán pronuncia en un estado de trance o “intoxicación espiritual”?

Pregunta: 6083

Hámza Iusuf, cuando hablaba acerca de los temores que la gente tiene acerca del sufismo, mencionó que “…el cuarto motivo es el temor por las generalidades que pueden conducir a desvíos al seguir doctrinas esotéricas sin respetar la letra de la ley, como sucede con mucha gente ignorante. Entonces, la gente ignorante puede oír alguna afirmación dicha por un sufi, y entender algo completamente errado”.

Abu Iazíd al-Bistami era considerado un jurista, de acuerdo al imam Ad-Dahabi. El imam Ad-Dahabi fue considerado un estudiante del shéij Ibn Taimíyah, y él consideraba que Abu Iazíd al-Bistami era una fuente razonable y confiable de reportes. Sin embargo, Abu Iazíd al-Bistami fue uno de los que fueron señalados por decir “Gloria a mí”, afirmación que en el lenguaje de los sufíes es conocida como “satja”, o expresión de éxtasis. Se supone que si una persona pronuncia algo como esto en un estado de frenesí o exaltación, no es responsable por lo que dicho. Tenemos una prueba de esto en la obra Sahih al-Bujari, donde se relató que el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) narró la historia de un servidor de Dios estaba en el desierto y había extraviado su montura con todas sus provisiones, entonces imploró a Dios, y Dios hizo que el animal regresara. Y cuando este hombre vio que su súplica había sido respondida, la alegría lo desbordó y exclamó: “¡Oh Dios mío, Tú eres mi servidor, y yo soy Tu señor!”. Luego el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) explicó que este servidor se había confundido a causa de su exaltación, y que estaba excusado por el significado de lo que había dicho.

Si este es el caso de la persona que encuentra a un animal perdido, ¿cuánto mayor será el perdón y la excusa para aquel que ha encontrado a su Señor?

En tal caso, ¿significa el reporte de al-Bujari que cualquier expresión blasfema está excusada si es proferida por una persona en un estado de “intoxicación espiritual” o emocional?

Alabado sea Dios, y paz y bendiciones sobre el Mensajero de Dios y su familia.

Abu Iazíd al-Bistami es el nombre de Taifur Ibn ‘Isa,
fallecido en el año 261 después de la Emigración.

Él no es conocido por haber estudiado la ciencia de los
reportes. El imam Ad-Dahabi no afirmó eso en su biografía. Más bien,
mencionó algo acerca de lo que podría entenderse como significando que él se
burlaba de los expertos de la ciencia de los reportes y declaraba obtener su
conocimiento directamente de Dios, en las palabras: “¿Quiénes son estos
muhaddizún (eruditos del hadiz o de los reportes)? Si un hombre se lo narra
a otro hombre, nuestro corazón nos lo ha narrado de Dios”.

Muchas de estas “expresiones de exaltación” se han narrado de
él, como por ejemplo se ha narrado que ha dicho: “No hay nada debajo de esta
túnica excepto Dios”, y “¿Qué es el fuego? Me inclinaré mañana sobre él y
diré: “Tómame como sacrificio por la gente que allí está, o de otra forma me
lo engulliré (al fuego)”. Y también se registró que dijo: “¿Que es el
Paraíso? Es un juego de niños, y el deseo de la gente de este mundo”.

A causa de estas afirmaciones, que tienen toda la apariencia
de ser declaraciones de incredulidad y herejía para la fe islámica, algunos
eruditos afirmaron que sus creencias estaban corruptas y que era un
embaucador. Sin embargo otros eruditos lo excusaron.

Ibn Kazír (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “Se ha
narrado que tuvo algunos sobresaltos extraños, para los cuales algunos
juristas y sufíes trataron de encontrar interpretaciones aceptables, aunque
un poco rebuscadas. Algunos de ellos afirmaron que dijo estas cosas en un
cierto estado de inconsciencia. Otros lo reprocharon y cuestionaron la
sinceridad de su fe a causa de estas palabras”. Fin de la cita Al-Bidaia wa
an-Nihaiah, 11/38.

Si te remites a la obra Siyar A’lam an-Nubalá’ de Ad-Dahabi
verás que él no lo describe como jurista, y no lo considera como una fuente
de reportes. Lo que Ad-Dahabi hizo fue narrar algunas buenas palabras suyas,
y luego también narró estos sobresaltos y expresiones que mencionamos antes,
y dijo: “Se han narrado algunas cosas extrañas de él, que no pueden ser
aceptadas. Si se prueba que las ha dicho, aun si fue en un estado de
exaltación o semi inconsciencia, su testimonio debe ser pasado por alto y no
debería ser citado como evidencia. Palabras como “Gloria a mí” y “No hay
nada bajo esta túnica excepto Dios” tienen un significado evidente de
herejía, al igual que las palabras “¿Qué es el Fuego? Me inclinaré mañana
sobre él y diré: “Tómame en sacrificio por su gente, o de lo contrario me lo
engulliré”. Fin de la cita de Siyar A’lam an-Nubalá’, 13/88.

Quizás la razón por la cual algunos de los eruditos lo
excusaron es el hecho de que tenía algunas buenas cualidades y se hizo
conocido por decir buenas palabras, que encomendaban y animaban a la gente a
seguir la ley islámica y a apegarse a los límites dispuestos en ella por
Dios. Y seguramente también por el hecho de que cuando volvía de su estado
de exaltación, negaba esas frases confusas y herejes que había pronunciado y
que también se narraron de él.

Podemos señalar entonces que en el mejor de los casos, la
persona que pronuncia estas palabras en estas circunstancias puede ser
excusada, y no ser culpado por ellas. Pero no es correcto tomar estas
palabras como un signo de santidad, ni tampoco de haber alcanzado un alto
grado de conocimiento.

El shéij Ibn Taimíyah dijo: “Quienes citan a Abu Iazíd
diciendo que él estaba en unidad con el Creador y que negaba que hubiera
alguna diferencia entre Dios y él, afirman que se perdía en un estado de
trance al punto en que decía cosas extravagantes como “Yo soy la verdad”, y
“Gloria a mí”. Algunos creen que cuando el amor a Dios sobrepasa y arrebata
a una persona débil de intelecto, pierde parcialmente la conciencia y sólo
puede pensar en lo que ama, sin tener conciencia de ninguna otra cosa; él no
podía pensar en nada ni nadie excepto en Quien lo había creado y ya no tenía
conciencia clara de su propia existencia, concentrándose tan completamente
en Aquel a Quien estaba recordando que ya no tenía conciencia de lo que
estaba haciendo o diciendo.

Cuando una persona llega a este estado de trance en que no
puede distinguir a Dios y su propia persona, tampoco puede distinguir lo
permitido de lo prohibido. Éste no es un estado en el cual la persona pueda
producir conocimiento o hablar racionalmente. Lo mejor que podemos decir
acerca de alguien así es que ha perdido parcialmente sus facultades mentales
y que debemos excusarlo por cualquier sobresalto o expresión desacertada que
él profiera, y que no podemos considerarlo como una visión de conocimiento
profundo”. Fin de la cita de Maymu’ al-Fatáwa, 8/313.

Pero debemos resaltar que este estado de trance o semi
inconsciencia sólo puede ser excusado si la persona llega a él
involuntariamente. Si lo hiciera deliberadamente, es indudablemente
responsable por ello, tal como la persona que bebe alcohol o comienza a
bailar y girar hasta marearse y caer al suelo desmayada.

El shéij Ibn Taimíyah dijo: “Algunos de aquellos que tienen
esta experiencia pueden volverse irracionales y hablar sin sentido, y
pronunciar cosas como las que se narraron de Abu Iazíd al-Bistami. Lo que
sea que diga una persona en estado de inconsciencia o de intoxicación debe
ser pasado por alto. No debe narrarse ni contárselo a otros.

Pero si la causa de esa intoxicación es la ingestión
sustancias prohibidas, entonces no puede ser excusado. Algo similar sucede
con la persona que alcanza este estado de embriaguez pero sin ingerir nada,
sino realizando un acto que lo produzca”. Fin de la cita de Maymu’
al-Fatáwa, 2/461.

Nosotros consideramos que es un serio error elogiar o exaltar
las palabras dichas por alguien en este estado, tal como las palabras que el
Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) narró
del viajero que recuperó a su montura y sus provisiones en el desierto y en
un rapto de alegría exclamó “¡Oh Dios mío, Tú eres mi servidor, yo soy Tu
señor!”. ¿Cómo podrían ser elogiables estas palabras, cuando el Profeta
Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) las describió
como un error, y dijo de ellas: “Cometió este error a causa de la intensidad
de su alegría”?

Estas palabras indican claramente que quien las pronuncia no
está consciente de lo que está diciendo, y que ha perdido parcialmente el
sentido y la comprensión cabal. No hay forma de creer sensatamente que la
pérdida del sentido y la responsabilidad pueda constituir un signo elogiable
de santidad o de perfección del conocimiento.

Los compañeros del Profeta (que Dios esté complacido con
ellos) estuvieron entre las personas más perfectas de la historia de la
humanidad luego de los profetas, tanto en su fe como su conocimiento, como
su práctica, como su temor y conciencia de Dios. Ellos alcanzaron
verdaderamente el estatus de ser amigos cercanos de Dios, pero sin embargo
no se ha narrado que ninguno de ellos haya pronunciado palabras semejantes,
mucho menos como resultado de una profunda fe de la que ellos no carecían.

Que Dios esté complacido con todos ellos.

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